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¿Eres un buen líder?

El término “líder” hace referencia, según el diccionario de la RAE, a aquella “persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora”. La acepción ha evolucionado con los tiempos y ya no se equipara, necesariamente, con absolutismo o prepotencia. El líder empresarial del siglo XXI, lejos de ser un tirano, se caracteriza por su carácter comunicativo y por su humildad.

Richard L. Daft escribió el libro “La experiencia del liderazgo”, en el que definía éste como “la relación de influencia que ocurre entre los líderes y sus seguidores, mediante la cual ambos pretenden alcanzar cambios y resultados reales que reflejan los propósitos que los dos comparten”. Seguidamente, enumeramos las características que debería poseer un buen líder empresarial:

– Comunicativo, receptivo y transparente. La armonía dentro del grupo de trabajo depende, en gran medida, de la capacidad de comunicación que posea el líder. Éste debe infundir ánimos a sus seguidores para alcanzar juntos la meta común. Es importante que aquél escuche las opiniones de todos, pues quizás en alguna de ellas esté la solución que se persigue.

– Intuitivo. La intuición no implica renunciar a la utilización de la lógica, la razón y el buen juicio.

– Experimentado. La experiencia es un aspecto fundamental en el liderazgo, aunque no significa que el jefe deba ser el que más conocimientos posea sobre un determinado asunto. Sin embargo, debe dominar ampliamente su ámbito, con el fin de organizar y planificar la actividad.

– Paciente. No perder la serenidad en ningún momento, ni con ninguna persona, es una excelente opción para enfrentar problemas y situaciones adversas.

– Humilde, conocedor de sus debilidades…y fortalezas. La vanidad es enemiga del liderazgo. Los líderes deben reconocer el trabajo de sus colaboradores, ayudarles en todo momento y aceptar las opiniones del resto del equipo. Quienes desconocen sus fortalezas o debilidades pueden errar y dirigir al grupo por el camino equivocado.

– Capaz de guiar. El líder ha de ser capaz de guiar, que no de mandar. Debe ser el primero en dar ejemplo y tirar del carro, cuando exista la necesidad de hacerlo.

– Creativo y participativo. La creatividad es necesaria para resolver los obstáculos e inconvenientes y dirigir el barco de la empresa a puerto seguro. El líder también debe participar en la ejecución, de esa manera, el grupo se sentirá más protegido y arropado.

– Persistente. Los buenos líderes no se rinden fácilmente. El espíritu de lucha les obliga a insistir y persistir hasta el final, hasta lograr el objetivo o la meta.

– Coherente. Hablar y actuar en la misma dirección evita malentendidos y ayuda a mejorar la relación con el resto de miembros del equipo.

– Reconocedor de los logros. Debe reconocerse el trabajo bien hecho, los logros y los puntos positivos del grupo. La motivación del mismo se verá reforzada con esa forma de actuar.

Mejorar las habilidades de liderazgo es una tarea continua y progresiva, que conviene no descuidar. La formación sobre gestión de empresas es importante, pero si no se desarrollan buenas cualidades interpersonales y no se mejora la comunicación con el resto del equipo, la formación más completa se vuelve estéril.